Los autos de mi generación (Segunda Parte)

Gracias por los comentarios, aportaciones y sugerencias. En esta ocasión procederemos a realizar correcciones que amablemente nos han hecho llegar nuestros tres lectores y una aportación singular de Marisol Castillo Castillo, quien amablemente corrigió algunos datos relacionados con su auto.





El auto de Alejandra Arrigunaga o Los Goonies cariñositos: Se desconoce el origen del nombre de este grupo en el que Iván Rubio militó con orgullo en el salón de la segunda generación. Se trata de una serie o película de las llamadas "de culto" a los 80's sobre las aventuras de un grupo de amigos en busca de un tesoro perdido. Este equipo o ronda estaba formado por Estefanía Hill Sardina, Alejandra de Arrigunaga Iturralde, Sonya Dexmayners, Iván Rubio, Carlos Sierra Sosa -corrígenos Carlos, si es falso- y también José María Iturralde Loría. El auto de Los Goonies era un territorio marcado por el mundo chic que inspiraban las personalidades de nuestras amigas y la vida tránsfuga de Sonya o bien, por la simbiosis que entrañaba la convivencia tan amorosa de esta banda de "ositos cariñositos".

Los tsurus, de la Nissán, como se recuerda, fueron la respuesta de la japonesa a la demanda de autos compactos y económicos de la VW que tenían éxito como el Caribe, el Atlantic, en tiempos en que la Renault desapareció de Yucatán años atrás. Fue la continuación del famoso Datsun pero en una versión más ligera, hecha con lámina de acero reciclada y materiales polímeros biodegradables que hacían que su tablero no aguantara más de tres meses en el estacionamiento sin rajarse o que sus pasamanos se zafaran al primer portazo. Sólo que el auto de Los Gonnies no podía rajarse porque siempre estaba repleto de personas amorosas que todo el tiempo se andaban vacilando entre sí, prodigándose cariñitos amistosos y bromas ligeras que nada tenían que ver con la grosería y la acidez de los kepshames.


Esa carga emocional de ternura al estilo Winnie Pooh estaba también plagada de misterios nocturnos porque al igual que los vampiros, les lastimaba la luz del sol: Llegaban con lentes de sol a las 7 de la mañana, y en casos extremos, Sonya Dexmayners llegaba al salón únicamente para dormir y como un murciélago, fijar sus dos piernas en la base de la silla y el resto de su cuerpo se tendía para relajarse sobre la paleta en casi todas las épocas de oro de las discos: En la inauguración de Bin Bon Bao, en la inauguración de Bin Bon Beach, en reinaguración de Amarantus y Buffalo´s en la inauguración de Kalia y los sábados de La Boom y Dady´O de Cancún. Qué de secretos nocturnos habría de contener este automóvil y que sólo se compartían de 6 a 7 de la mañana!

Como dijimos antes, algo que caracterizaba a este grupo era la miel, pero no la miel sintética que sustituía el gel para el cabello (hecho con agua y azúcar con la fórmula Dexmayners) sino por el amor que se tenían entre sí. Si algo caracterizaba a este grupo eran las contínuas manifestaciones de afecto entre ellos muy similar al de los agapornies y aunque que valga la pena decirlo, Los Goonies eran el punto de unión y buen parloteo para todas las fiestas.

Acuérdense que pese a las diferencias y los recelos, Los Goonies eran generosos entre sí y aunque siempre eran los que daban para el hielo y los vasos desechables, en conjunto eran los que tomaban más trago. El cariño entre los integrantes de este grupo de hermanitos se recuerda mucho porque eran muy pocas las veces en que sus diferencias se dirimían en público, es más, no se recuerda ninguna pelea, maldad o puya entre ellos y siempre estaban tarareando la música de moda por los pasillos. La música que acompañaba el auto de Alejandra Arrigunaga, según cuentan los que saben, eran, en primer término, Michael Bolton con el single "I´ll be here right waiting for you" en ocasión del Inglés que le arrebató la tranquilidad del alma toda la temporada veraniega de 1990 y la de 1991.

Aun más, se recuerdan dos fiestas Gonnie gloriosas en donde la comida y la bebida rebasó los límites de la decencia en casa de José María Iturralde donde Iván -Ay Iván,!- inició una guerra de huevos en el jardín lateral de la casa de nuestro querido entrenador de futbol, Carlos Iturralde Rivero, autor del libro "Amistad entre patadas".

El cariño y la sencillez de Los Goonies eran de admirarse, pues siempre andaba sobre ruedas. Realmente se apreciaban y se querían como deben de quererse todos los amigos. Algunos aseguran que buena parte de esta sensibilidad se debe a Alejandra Arrigunaga pues detrás de esa clase al fumar un cigarro se escondía una artista sensible que sabía muy bien, desde pequeña, las disciplinas estéticas que acompañan a los espíritus superiores: la danza, la música y quizá hasta el teatro que ambientó la enorme biblioteca de su casa. De esto no debe caber la menor duda. El autor de estas líneas tuvo oportunidad de conocer de cerca la nobleza de esta cofradía cuando en una segunda fiesta en casa de Alejandra Arrigunaga, conmovido por la inspiración del momento, derramó algunas lágrimas mientras La Pitus le arrancaba virtuosas notas al piano vertical ubicado en el estudio de su casa en la colonia México, tal vez porque ya se sentía un Goonie que acababa de encontrar en esa amistad, un tesoro perdido....




El auto de Marcela Camacho: El auto de Marcela Camacho era un Caribe. Estaba equipado con rines de aluminio, cristales entintados, clima, pues era uno de esos de la serie GT. El Caribe, como se recordará, era un auto compacto muy asociado a la velocidad pues con este vehículo podía alcanzarse velocidades superiores a los 60 kilómetros por hora, sólamente metiendo la primera. Esto se debía, principalmente a que era un motor de transmisión transversal contra los tradicionales motores de cilindros en línea.
La anécdota más famosa de este vehículo la protagonizó su coterránea Dinorah Lara Irabién en una fiesta vespertina que se realizó en la casa de la familia de Jorge Canto a la vera de la carretera a Chixchulub, cerca de la zona de las discos de temporada. Recién llegadas de Villahermosa, la avidez con la que participaban en las fiestas eran similar al gasto de la cerveza. Cuando se gastó, nadie quería ir haaaasta Progreso a comprarlas, sin embargo, Dinorah se apuntó para ir por ellas.
Salvo el detalle de que Dinorah no sabía como transitar por las calles de Progreso, la situación se volvió peligrosa cuando en lugar de tomar la 31 para regresar, tomó de nuevo la 29 y en camino a la agencia, se le hizo fácil apretar la chancla contra el pedal, como si estuviera pisando víbora de cañaveral tabasqueño. De pronto, otro vehículo se asomó y sobrevino el choque que muchos mal pensados atribuyen al exceso de alcohol. Lo cierto es que con lágrimas en los ojos, la pobre Dinorah tuvo que comunicar el suceso -se imaginan, no existían los teléfonos celulares, por lo que las malas noticias siempre tardaban en llegar-. Compasiva, la Marcela y otros agregados acudieron para arreglarse con el afectado y las cosas no pasaron a más, salvo el hecho de comprar otro cartón para seguirla pasando bien, como tabasqueñamente debía de ser....



























Comentarios

Anónimo ha dicho que…
OK
PERFECTO EDUARDO CORNUDO CABRERA,NADA MAS QUE LA FIESTA ERA EN MI CASA DE LA PLAYA NO EN CASA DE ALEJANDRA Y EL AUTO CARBON ERA EL VW DE MARISOL.
Estefania ha dicho que…
Gracias Cornu! Me encanta leer tus cronicas.Podria sacarte de dudas y decirte como es que venimos a llamarnos los Goonies pero la realidad es mucho mas plebeya que la leyenda asi que mejor dejar que el misterio siga!:) Ah, y pero por supuesto que Ticulito era Goonie!!!